lunes, 3 de agosto de 2009

PARA TI


Ya estoy cansada de pretender que no siento nada.
de atar el corazón al pecho, que irremediablemente se acelera cada vez que te siente cerca, 
cada vez que te piensa.

Ya no puedo esconder esta sensación cuando clavas tu fija mirada, 
de la que no puedo inferir nada.

Estoy cansada de fingir que no te quiero.
Y esque son tus ojos, tu boca, tu sonrisa, 
la forma en la que hablas, hasta en la que caminas...

Y me vuelve loca el pensar, 
que si dejo libre al corazón, 
sin dejar que interfiera la razón, 
pueda cometer un error que nos pueda separar.

Pero es imposible detener este sentimiento 
que se apodera de mi alma y de mi cuerpo.
Y quiero gritarlo, dejarlo libre, 
para por fin acabar con esta incertidumbre que me mata por dentro. 
Para al fin poder decirte: TE QUIERO

martes, 28 de julio de 2009

La puerta del corazón


Tengo miedo de abrir la puerta.
Tengo miedo de que puedas entrar.
Tengo miedo de dejarte pasar.
Tengo miedo de que te acerques.
Tengo miedo de que te quedes.
Tengo miedo de no dejarte ir.
Tengo miedo de que te quieras ir.
Tengo miedo de que cierres la puerta.
Tengo miedo de abrir la puerta.

lunes, 29 de junio de 2009

Rompe el vaso


Un fragmento de uno de mis libros favoritos "A orillas del río piedra me sentté y lloré" de Paulo Coelho.

- Quiero hablar de otro tipo de amor -insitió-. Aquel que comparten un hombre y una mujer, y en el que también se manifiestan los milagros.

Le cogí las manos. Él podía conocer los misterios de la Diosa, pero de amor sabía tanto como yo. Por mucho que hubiese viajado.

Y tendría que pagar un precio: la iniciativa. Porque la mujer paga el precio más alto: la entrega.

Estuvimos cogidos de las manos durante largo rato. Leía en sus ojos los miedos ancestrales que el verdadero amor coloca como pruebas a ser vencidas. Leí el recuerdo del rechazo de la noche anterior, el largo tiempo que pasamos separados, los años en el monasterio en busca de un mundo donde esas cosas no ocurrían.

Leía en sus ojos los millares de veces que había imaginado aquel momento, los escenarios que había construido a nuestro alrededor, el corte de pelo que yo debía de llevar y el color de mi ropa. Yo quería decir "sí", que sería bienvenido, que mi corazón había gando la batalla. Quería decirle cuanto lo amaba, cuánto lo deseaba en aquel momento.

Pero continué en silencio. Asistí, como en un sueño , a su lucha interior. Vi que tenía ante él mi "no", el miedo de perderme, las palabras duras que había oído en momentos semejantes, porque todos pasamos por eso, y acumulamos cicatrices.

Sus ojos empezaron a brillar. Sabía que estaba venciendo todas aquellas barreras.

Entonces solté una de sus manos, cogí un vaso y lo puse en el borde de la mesa.

- Se va a caer- dijo él.

- Exacto, quiero que tú lo tires.

- ¿Romper un vaso?

Sí, romper un vaso. Un gesto aparentemente simple, pero que implica miedos que jamás llegaremos a entender del todo. ¿Qué hay de malo en romper un vaso barato, si todos hemos hecho eso sin querer alguna vez en la vida?

- ¿Romper un vaso? - repitió-. ¿Por qué?

- Podría dar algunas razones -repondí-. Pero la verdad es que es sencillamente por romperlo.

- ¿Por ti?

- Claro que no.

Él miraba el vaso en el borde de la mesa, preocupado de que fuese a caerse.

"Es un rito de pasaje, como tu mismo dices -tuve ganas de decirle-. Es lo prohibido. Los vasos no se rompen adrede. Cuando estamos en los restaurantes o en nuestras casas procuramos que los vasos no queden en el borde de la mesa. Nuestro universo exige que tengamos cuidado para que los vasos no caigan al suelo."

Sin embargo, seguí pesando, cuando los rompemos sin querer, vemos que no era tan grave. El camarero dice "no tiene importancia", y nunca en mi vida, he visto que en la cuenta de un restaurante hayan incluido el precio de un vaso roto. Romper vasos forma parte de la vida y no nos hacemos daño a nosotros, ni al restaurante, ni al prójimo.

Moví la mesa. El vaso se bamboleó, pero no cayó.

- ¡Cuidado! -dijo él instintivamente.

- Rompe el vaso -insistí.

Rompe el vaso, pensaba para mi, porque es un gesto simbólico. trata de entender que yo rompí dentro de mí cosas mucho más importantes que un vaso, y estoy feliz de haberlo hecho. Mira tu propia lucha interior, y rompe ese vaso.

Porque nuestros padres nos enseñaron a tener cuidado con los vasos, y con los cuerpos. Nos enseñaron que las pasiones de la infancia son imposibles, que no debemos alejar a los hombres del sacerdocio, que las personas no hacen milagros, y que nadie sale de viaje sin saber a dónde va.

Rompe el vaso, por favor, y liberános de todos esos conceptos malditos, de esa manía de tener que explicarlo todo y hacer sólo aquello que los demás aprueban.

- Rompe ese vaso- pedí una vez más.

El clavo su mirada en la mía. Después, despacio, deslizó la mano de la mesa hasta tocar el vaso. Con un rápido movimiento, lo empujó al suelo.

El ruido del vidrio roto llamó la atención de todos. en vez de disfrazar el gesto con alguna petición de disculpas, él me miraba sonriendo, y yo le devolvía la sonrisa.

- No tiene inportancia- gritó el chico que atendía las mesas.

Pero él no le oyó. Se había levantado, me había cogido por los cabellos y me besaba.


jueves, 25 de junio de 2009

Elecciones...


¿Qué hago aquí? En algún momento de nuestra vida todos, sino es que la mayoría, nos hacemos ésta pregunta; aunque sé de antemano que trato de involucrar a la mayoría en mis delirios existenciales para sentirme cómoda con mis pensamientos. Pero es que es imprescindible pensar ¿qué es lo que hemos hecho para llegar hasta donde estamos ahora?, ¿con qué circunstancias nos hemos topado para haber elegido tal o cual camino?.


ELEGIR, esa es la respuesta. Cada segundo que pasa está marcado por una elección, elección que por mínima que sea, hará un cambio radical en nuestras vidas. Elegir entre café o té, elegir una hora, un lugar, elegir bailar, gritar, cantar, reír. Elegir llorar, engañar, odiar, amar. Elegir permanecer con esa persona el resto de tu vida, elegir a otra persona por el resto de tu vida, elegir vivir en el pasado o elegir vivir para el futuro, elegir vivir o elegir morir.


Y a fin de cuentas es gracioso encontrarse con que haber dicho "lo siento", "te quiero, no te vayas", haber dicho "te amo" en vez de quedarse callada, hubiera sido la solución de todo, y me hubiera llevado a otro camino, a un camino junto a ti, lejos de esta soledad. Pero ¿qué es el hubiera?, como dicen el hubiera no existe, lo que hice, dije o deje de hacer o decir ya quedó en el pasado y ahí se quedará. Y es por eso que ahora me encuentro aquí sin ti. En un camino diferente, en un rumbo alejado al tuyo. Con un destino en donde no estás tú, con una maleta llena de recuerdos, llena de aprendizajes, con una nueva lista de elecciones por hacer, con un futuro incierto y con un corazón solo.